La vivencia en un día no cualquiera
Llego el día, desperté, había esperado tanto este momento, que no lo pudiera creer, a horas del partido, donde el equipo que atrapa multitudes llegaría a la provincia donde soy residente, eran las 10 a.m y no podía creer que en momentos me reuniría con la gente para empezar la algarabía.
Salía con mi hermano con gran entusiasmo de mi casa, con la entrada en el bolsillo y unos soles para mis pasajes, a pocas cuadras está el centro de concentración del distrito “El callejón Grone”, donde encontraría a otros barristas de Alianza Lima, para ir a la plaza de armas a empezar con los canticos, todos con el pensamiento de que no es un día normal hoy juega la blanquiazul, después de recoger la banderola que mostraríamos en la Tribuna de Sur en el estadio de Mansiche, en la plaza de armas nos juntamos con gente de otros distritos entonar los canticos previos a el encuentro. Después de reunirnos con distritos cercanos al nuestro, nos vamos encaminando hacia Trujillo donde en el ovalo Grau estarían el resto del comando sur.
Sin recibir alimentos, después de tantas horas de cantar y agitar la garganta pronunciando el nombre del equipo que haría salta de alegría a todos en la cancha. Era la hora de entrar al estadio junto con mi hermano y los de la barra, no pusimos en cola para poder ingresar, siempre con un poco de humor, cuando pasaban hinchas del otro equipo con pifias o silbidos hacia las chicas que pasaban también.
Dentro del estadio empezaría el alboroto al entrar el equipo que con pica pica, bombos trompetas le daríamos la bienvenida al equipo.
Pasaron varios minutos del encuentro y no había actividad del ansiado gol, termino el primer tiempo y nos íbamos al descanso, en el entretiempo sin perder la fe seguíamos animando. Para el segundo tiempo se levantaban las expectativas por un triunfo, que nunca llego, pero el ánimo seguía en juego porque y con las ganas de volver a otro encuentro en Trujillo nos fuimos con penas y alegrías, porque no pudimos obtener el triunfo pero al fin vería jugar al equipo que desde niño me dieron a escoger. Pero no perdería la fe en ellos para que este año salgan campeones.
Al regresar a casa pasamos por una tienda para comprar algo para comer puesto que no habíamos almorzado porque salimos de temprano, una gaseosa y algunos biscochos fueron necesarios para calmar el hambre que nos tenía decaídos.
Llegando a mi casa me ponía a pensar y recordar los momentos que había pasado en un día de furor, donde había pasado momentos que pocas veces suelo pasar, pero me sentí satisfecho por el resultado y por lo vivido, esperanzado en el próximo año en que pueda regresar y con muchas más ganas y a ver el encuentro.
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